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La vida tras la tormenta IDA

Hoy se cumple un año desde que parte del Salvador fuera arrasado por este fenómeno, dejando cientos de muertos y un paisaje de destrucción donde miles de personas lo perdieron todo. Desde la Fundación FIDE, se puso en marcha un proyecto de ayuda humanitaria para reubicar a varias de las familias afectadas, dotándolas de un nuevo lugar para rehacer su vida.

El 8 de noviembre de 2009, la prensa internacional se hacía eco de las graves consecuencias ocasionadas por la tormenta tropical, conocida como “Ida”, a su paso por El Salvador. El viento y las abundantes lluvias causaron en un tiempo record 200 muertos, varias decenas de desaparecidos y un panorama desolador con daños materiales que afectaban a casi 15.000 personas. Las zonas bajas del país, sobre todo de la región central, quedaron prácticamente anegadas por el desbordamiento de los ríos mientras que en las partes altas fueron los deslaves o corrimientos de tierra los que produjeron mayores daños, arrastrando todo lo que encontraban a su paso. Al día siguiente, las aldeas del municipio de San Vicente, el área más afectada, habían sido sustituidas por un mar de piedras, rocas y lodo y el desastre comenzó a tomar cuerpo en forma de muertos y desaparecidos.

Perdidos en el desastre

Marlene Guadalupe Martínez, de 29 años, salió de su casa, como cada día, para ocupar su puesto, en horario vespertino, en una de las “maquilas” de la zona. Aunque su padre le había aconsejado no ir ese día al trabajo por causa del mal tiempo, Lupe, como se la conoce en la comunidad, prefirió acudir para no ver reducido su sueldo por ausentarse. No podía imaginarse que durante su hora del descanso la televisión emitiría las palabras más duras que nunca antes escuchó. “Cuando oí la noticia me entró una cosa bien fea y me quise ir (para allá)”. En el noticiario acababan de decir literalmente que Guadalupe y San Vicente se habían perdido a consecuencia del desastre.

En toda la región central del país comunidades enteras estaban desaparecidas y otras apenas pudieron escapar con lo puesto ante la rapidez y la contundencia de los deslaves, que se lo llevaron todo por delante. Entre ellas estaba la familia de Lupe y parte de su comunidad, que fueron realojados en un albergue provisional bautizado como “Nueva Santa Rosa, donde permanecen a la espera de que finalice la última fase del proyecto que les proporcionará su nueva vivienda.

La reconstrucción “Post-tormenta Ida”

A la mañana siguiente, el balance de la situación no sólo arrojaba una cifra considerable de muertos sino también un reto importante para el Gobierno de El Salvador con varios miles de damnificados, en su mayoría personas que lo habían perdido todo, reubicados temporalmente en campamentos a la espera de una solución. En el horizonte, un panorama de casas destrozadas o inhabitables por su alto riesgo de derrumbe y mucha gente a la que asistir material y psicológicamente. Tras el periodo de búsqueda de desaparecidos y asistencia primaria al desastre, la Fundación castellano-manchega FIDE junto con su socio salvadoreño FUSAI comenzaron a idear un proyecto de reconstrucción de la zona de Guadalupe para reubicar en viviendas nuevas a un total de 100 familias damnificadas por los destrozos del Ida. Se necesitaba de la acción coordinada de las ONG’s promotoras del proyecto, las autoridades locales y las comunidades beneficiarias. Así mismo, el Vice-ministerio de Vivienda de El Salvador se comprometió a ceder los terrenos que se acondicionarían para la nueva ubicación de las casas.

El proyecto finalmente se dividió en varias líneas de acción que incluían, por un lado la adecuación del terreno cedido para la construcción de las nuevas viviendas y por otro un programa de gestión para la prevención de desastres naturales dirigido a los habitantes de las comunidades seleccionadas. Este programa, además de formar en técnicas de prevención de riesgos también abarca directrices para el correcto mantenimiento de las viviendas, reduciendo así su grado de vulnerabilidad ante tormentas u otros fenómenos naturales venideros. En el campo de prevención se programó también un plan de plantación de árboles en laderas y riveras como barrera de protección natural ante inundaciones y derrumbamientos.

Guadalupe hoy

Con varias de las fases del proyecto a punto de concluir, los habitantes de la comunidad de Guadalupe, que un año atrás miraban con desesperación los efectos de la tormenta en su municipio, afrontan con entusiasmo el proyecto de vida nuevo que tienen ante sus ojos. La pérdida material de todo cuanto poseían trajo consigo también algunas cosas positivas. “Hemos recibido charlas de cómo superar el trauma y de cómo aprender a tolerar las decisiones de los demás para poder llevar nuestra comunidad”. Lupe, que se ha convertido en la portavoz de su gente ante el alcalde y demás autoridades, valora hoy de esta manera las capacitaciones recibidas, así como el esfuerzo de los suyos por involucrarse y salir adelante juntos, y destaca lo positivo de una ayuda que les da la posibilidad de empezar un nuevo ciclo de vida. “Si Dios me presta vida voy a seguir luchando por mi familia, por mí misma y por mi comunidad, que es lo más importante”. Después de todo no todos los días se nace de nuevo.

Exposición fotográfica

El Foro de Azuqueca de Henares albergará la semana del 22 al 26 de noviembre la exposición “Tormenta Ida en el Salvador”, organizada por la Fundación FIDE y la Diputación de Guadalajara. El fotógrafo Xaime Fandiño a través de sus fotografías nos abre una ventana a la vida cotidiana de los protagonistas tras el desastre provocado por la Tormenta Ida. La exposición está enmarcada dentro del proyecto de acción humanitaria y emergencias en el que la Diputación participa como organismo financiador.

Imagenes del salvador un año despues del IDA

 
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