Hay que señalar que la visión del gobierno de Atenas
es una visión idealizada, aquellos que vivimos en un estado
democrático sabemos de la divergencia entre la democracia
ideal y su realización imperfecta, como señala Norberto
Bobbio: "Existen en el mundo democracias muy diferentes entre
sí, que pueden distinguirse según el grado de aproximación
al modelo ideal. La democracia perfecta no puede existir, de hecho
no ha existido nunca. Y no puede existir por dos razones: Los valores
últimos - esta es la primera razón - en los que se
inspira la democracia, a partir de los cuales distinguimos los gobiernos
democráticos de los que no lo son, son la libertad y la igualdad.
La verdad es que los seres humanos, al menos la gran mayoría,
no nacen libres e iguales. Seria mucho más exacto decir:
los hombres aspiran a ser libres e iguales. La libertad y la igualdad
no son un punto de partida, sino un punto de llegada. La segunda
razón parte del presupuesto de que el fundamento ético
de la democracia es el reconocimiento de la autonomía del
individuo, de todos los individuos, sin distinción de raza,
de sexo, de religión, etcétera. En este presupuesto
reside la fuerza moral de la democracia."
La Democracia, los antiguos la entendían como la "democracia
directa" y los modernos como la "democracia representativa":
de manera que el poder del demos se convierte en el poder de los
representantes del demos; pero desde la Informalidad las mayorías
están comenzando a practicar la "democracia participativa":
que viene a completar a la democracia representativa con la participación
de los ciudadanos en la gestión del poder cercano. La aproximación
del poder político y de los representantes políticos
a las mayorías organizadas está facilitando la participación
de los ciudadanos en la confección de los presupuestos y
gestión del poder de las municipalidades e instituciones
públicas, en la definición de prioridades y proyectos,
en la gestión y el control del gobierno de los asuntos públicos,
todo lo cual, está demostrando ser la mejor lucha contra
la corrupción y la manera de que las mayorías tengan
acceso al poder, y por tanto, a poder gobernarse.
La
democracia representativa demostró sus limitaciones en España
durante los años 2002 y 2003, se fracturó la relación
entre representantes y representados a favor del poder de los representantes
del demos. Se fracturo de hecho no de derecho, el pueblo manifestó,
clamó el No a la Guerra contra Irak y el Presidente Aznar
nos condujo a la Guerra, y lo hizo apoyado por su grupo parlamentario
en el Congreso de Diputados. Se enfrentaron dos legalidades: la
del Pueblo y la del Presidente. Ese enfrentamiento demostró
las limitaciones de nuestra democracia representativa, que nos condujo
a disfrutar de menor calidad de la democracia, y lo grave es que
fracturó durante bastante tiempo a la sociedad española.
La decisión del Presidente Aznar, además, ha contribuido
a que la guerra de Irak se haya convertido también en una
guerra contra Europa, y significó la ruptura del consenso
político parlamentario español en política
europea e internacional, nacido de la visión europeísta
de la mayoría de españoles, respecto de la construcción
de la Unión Europea.
Los españoles sabemos que cuando las Cortes invisten a una
persona como Presidente del Gobierno, la convierten en el ciudadano
más poderoso de España. Durante estos últimos
años, la utilización partidista de la Presidencia
del Gobierno ha contrariado el consenso civil-civilizado en torno
a los grandes problemas de España, la instalación
de la mentira en el debate público y la creación de
ambientes mediáticos para justificar políticas que
han echado por tierra consensos, los cuales nacieron por las renuncias
políticas de mucha gente de toda una generación. Esa
visión partidista de un Gobierno de España, haciendo
oposición a la oposición, ha diluido la aportación
que la derecha democrática hizo a la mejor política
durante su primer gobierno, el de: Aznar-Álvarez Cascos-Rato
en alianza con Pujol, con sus dos victorias en elecciones democráticas,
la segunda por mayoría absoluta, construyendo sobre lo mejor
que se había hecho, como lo hacen los grandes países
democráticos en sus mejores épocas históricas.
Con un crecimiento bastante notable de la economía, la creación
de millones de empleos, la consolidación de una economía
abierta y competitiva con empresas que actúan en todos los
mercados del mundo, con baja conflictividad social y pactos con
los sindicatos, reforzando el nivel de respeto de España
en el exterior, en especial por dar repetidas muestras de cumplir
los compromisos internacionales, en especial por la participación
en la creación del Euro, la consolidación de la Zona
Euro y el Banco Central Europeo y el cumplimiento del Pacto de Estabilidad
Europeo, en la que España demostró una vez más
ser coherente con su estrategia de la construcción europea,
demostrando que los pactos se hacen para cumplirlos.
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